«De todo éxito, por pequeño que sea, surgirá un día un esfuerzo más grande que lo completará.»
Walt Whitman
Empieza pronto la temporada de brevets* en Madrid.
Afrontamos nuestra primera jornada de 200 km, con ilusión y ganas de poner a punto la High Baron 700 de Optima Bikes.
Nos plantamos en la prueba con lo justo (en cuanto a forma física, mecánica y de accesorios) para realizar la prueba sin inconvenientes: alforja, luces, repuestos, bebida, barritas.
Sabemos que a pesar de nuestro rodaje de los últimos meses con el velomobil, estos kilómetros no serán suficientes. Aún así, confiamos en que cada vez subimos un poco mejor, el gran handicap de las reclinadas.
A nuestro favor tenemos que nos ha picado el gusanillo de la larga distancia. Las bicis reclinadas no sólo son nuestro trabajo, estudio y pasión; también nos gusta explorar empíricamente: ¿hasta dónde llega su límite de las ventajas y desventajas?
Como un Mendel moderno y sus guisantes, hacemos lo propio con las bicis tumbadas y experimentamos.
Volviendo a la brevet, nos ahorraremos la extensa crónica.
Poniéndose, da para mucho.
Nos conformamos con dejaros las pinceladas y algunas imágenes.
Nada más empezar, salimos rodando fuerte los primeros 10 km. Hasta que a alguien se le hizo poco ir a 30 por hora y puso la directa hasta los 40km/h y más. Descolgados, quiso la casualidad que pinchase y esto me dejó en la cuneta durante un rato.
Con la rueda a punto, nos unimos a un segundo grupo más moderado en ritmo, pero que nos proporcionó la anécdota de la brevet: estaban siguiendo el track del año pasado en el sentido contrario. Eso pasa por no estudiar a conciencia el recorrido antes de la prueba o carecer de GPS.
Antes de este desvío, amigos como Roberto (en reclinada) y Fran (en vertical) pasaron a nuestro lado como auténticas locomotoras, dejándonos claro lo de «brevet».
Sabiéndome fuera de ruta, no quedó otra que relajarse y animar la futura crónica con algunas fotos, y relajando el ritmo de cara a los repechos que estaba afrontando. Un día muy soleado, aunque con bastante viento que hacía presagiar un regreso bastante doloroso en los segundos 100 km.
Al llegar al primer control (el segundo para el resto) en Villarrubia de Santiago, decido darme la vuelta junto con los amigos del Club MTB Leganés, con los que he coincidido en otros paseos con la reclinada de montaña.
A ratos me hacen compañía, rumbo a Colmenar de Oreja, pero en el puerto me quedo solo, con el tran-tran del pedaleo a golpe de pistón. Adiós al pedaleo redondo, por recomendación de Fran Vacas luego de su estudio completo de biomecánica sobre la reclinada. Aquí también compruebo que la posición y las calas van de maravilla. Aunque en pendiente pronunciada echo en falta un reposacabezas.
Y a partir de Chinchón, me esperaba José de la Fuente de Leganés y su grupo con los que coincidí hasta San Martín de la Vega en la parada obligada de control y para comer algo.
Tramo final: mucho viento, 3 grados de temp. que parecían menos y pedaleo alegre durante el regreso. Me he perdido un rato entre Mejorada del Campo y la Velilla. Lo normal si no has pasado por allí antes. Me encuentro con algún otro ciclista despistado. La ruta de regreso, ajusta cuentas con nosotros.
Control final, a las 18:30, con buenas sensaciones y mucha alegría en el bar «La Escopeta» entre los que iban llegando a esas horas. Dejo mi tarjeta de control, con la casilla del primero vacía. Pero yo estoy lleno de muchas experiencias y un buen puñado de guisantes en pleno crecimiento.
No queda más que agradecer a los breveteros que hemos encontrado en la ruta, Fran Vacas, Roberto Fernández, Santi Mozos, Juan Merallo, Rupert, Manolo, JosedelaFuente y todo el grupo que le acompañaba, en especial a Michael que me acompañó hasta el control de Villarrubia desde Chinchón y a todo el club de Pueblo Nuevo, por sus muestras de alegría y apoyo durante la prueba.
Nos vemos en Algete.
A por más.